sábado, 6 de septiembre de 2008

La feria de Tristán Narvaja I



Libros, discos, tornillos, papas, boñatos (batatas), queso fresco, ropa, antigüedades, juguetes de plástico, mates, peces, plantas, flores...

El sol montevideano del domingo es capaz de acoger en un pedazo de la ciudad a todos estos elementos, que conviven armónicamente entre los gritos de los vendedores y el andar tranquilo, cansino de los paseantes...

Debo confensar que, cada vez que estoy en la otra orilla, no puedo dejar de pasar por esta feria. Quizás porque me gustan muchísimo este tipo de paseos, en Tristán Narvaja uno puede abstraerse aunque sea un ratito, de cualquier realidad cotidiana, para entrar en el laberinto de lo insondable. Esas mismas calles que al día siguiente, lunes, estarán pobladas por esos mismos caminantes, pero ya más apurados por llegar al trabajo, a la universidad o a realizar cualquier trámite.

En Tristán Narvaja, bajo el sol doominguero, el tiempo pasa distinto... la ciudad palpita de otro modo... La feria irrumpe la melancolía montevideana de ciertos barrios (esa que es tan hermosa y que, en cierto sentido, Buenos Aires ha perdido en manos del bendito "progreso") y se mete en el corazón de sus habitantes entre las 10 y las 15.

Aparentemente, el origen de este paseo se remonta a fines del siglo XIX, y desde esa misma época, el barrio Cordón acoge a Tristán Narvaja todos los domingos.
El Cordón, curiosamente es otro de los puntos que hermana a argentinos y uruguayos, ya que nace por una demarcación que realiza don Bartolomé Mitre (abuelo de quien fuera presidente de la Argentina), que era montevideano, a pedido de la corona española.
Esta demarcación, aparentemente se había hecho con cordones, de ahí el nombre del barrio (del que ya hablaremos en otra entrada).

El nombre de Tristán Narvaja, se produce ya que la feria cruza una de las calles, que tiene el nombre de este jurisconsulto argentino que se radica en Montevideo y que redactó un proyecto del Código Civil Uruguayo.

Don Roberto Bianco, pinta la feria a través de sus versos transformados en un tango...

De Tristán Narvaja tengo una vieja patente de Montevideo que hoy decora mi casa, aunque también pude conseguir varios libros agotados en las librerías de viejo que pululan por la zona y que se ubican cerca de las facultades de Psicología o de Derecho de la Universidad de la República. (una de las universidades públicas del Uruguay).

Conseguí varios textos sobre la historia de Montevideo, por ejemplo Historias del Montevideo Mágico, del investigador Néstor Ganduglia (algún proyecto parecido se hizo en Buenos Aires) u otros viejos textos en donde se rememora el ser montevideano (hay varios que cuentan las grandes crónicas policiales de la ciudad) o inclusive, la mismísima historia de la Feria de Tristán Narvaja.

También pude conseguir un lindo mate de calabaza (de boca ancha como a mí me gusta) con un buen pie de cuero. Ahh.. y para la gente que necesita picos para termos u otros implementos materos, podría decirles que "si no está en Tristán Narvaja, no existe".

Recomiendo, sobre todo si el paseo es en verano, hacer un breve receso al mediodía para refrescarse en alguno de los tantísimos bares de esquina, en donde nunca falla la pizza de muzzarella (si se pide "pizza" a secas, vendrá la masa empapada de salsa, como la "pizza de cancha porteña") y obviamente cortada en cuadrados. Si no, aglún buen sándwich con un vino rosado, puede ser otra opción.

Y, a lo mejor, se pueden escuchar los parches de alguna cuerda de tambores, o alguna murga, improvisada allí en el momento, cantando viejas retiradas de conjuntos que hicieron historia en el carnaval uruguayo.




Es un gran paseo para ir con un mate, unos bizcochos (que, en este caso, serían las porteñas "facturas"), calzado cómodo y muchas ganas de caminar, ya que en cada cuadra (la feria debe ser aproximadamente una cuadrícula de cinco cuadras por cuatro) hay hasta cuatro hileras de puestos... ir con paciencia, con ganas de ver y de buscar mucho, y de disfrutar uno de los grandes y económicos paseos que ofrece la bella Montevideo.

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